martes, 11 de mayo de 2010

A MAESTRAS Y MAESTROS, EN SU DÍA. EN MÉXICO, EL 15 DE MAYO.




















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Durante mi muy largo y feliz transitar de tantos años, en dos de mis queridos y recordados Colegios, varias veces –según recuerdo- algunos de mis Maestros me hicieron realizar, ya fuese por escrito o verbalmente, algunas redacciones especialmente dedicadas para todos ellos en esta memorable fecha del 15 de Mayo.
Intenté siempre expresar lo más claramente posible lo que para mí significaba la misma, pero considero que sólo la última vez, cuando prácticamente dejé mis estudios, me logré dar cuenta de que ni todas las palabras del mundo, ni un discurso bellamente redactado por algún literato o hasta por un excelso poeta, pueden llegar a expresar los nobles sentimientos que en realidad se llegan a sentir hacia una Maestra o un Maestro de los que nos ayudaron con tantas enseñanzas y atinada dirección, a ir moldeando poco a poco nuestras vidas.
Con esto que aquí señalo, no me refiero de una manera simplista a ese total y gran agradecimiento que deberíamos sentir hacia ellos, o quizás, al real y sentido reconocimiento de su enorme y continuo esfuerzo realizado en aras de nosotros; sino a todo aquello más profundo, que se quedó y se mantiene tan fuertemente grabado en nuestra memoria, en nuestra mente, en nuestra alma... y desde luego, que ¡ para siempre..!
Al fin y al cabo, lo único y verdadero que nos hará al paso del tiempo esbozar una sonrisa, derramar una lágrima o exhalar desde lo más hondo un suspiro... será su inefable e inmortal recuerdo, en esa para mí lejana época, -- no por sencilla y pasada, algo menos importante --, en esos nuestros primeros y difíciles pasos que tuvimos que aprender a dar ya solos en la vida, para poder sobrevivir sin mayores problemas en este bello y bendito mundo, aunque si bien es cierto, nada fácil para muchos de nosotros.
Seguramente en ese último año que me tocara pasar en las aulas de un Colegio, y tal vez por esa simple razón, también la final y más sentida redacción que realizara para tan festivo día, no por ello iban dirigidas mis palabras para despedirme, haciendo gala en ellas de un triste y sentimental adiós; sino -- por el contrario --, con un entusiasta y apasionado ‘mil gracias’; y ante todo, con un cordial ‘hasta siempre’... dirigido a todos, todos esos mis queridos Maestros o Profesores, –fuesen mujeres u hombres --, que tuvimos en aquellos años, aún siendo niños, pequeños, y que ahora ya no están a nuestro lado, pero que considero deberíamos sentir que los conservamos eternamente muy dentro del corazón.
¡ Ojalá y así fuese en verdad..!, para consolidar de por vida, los sólidos principios e importantes enseñanzas rectoras de nuestra existencia, que Ustedes, queridos Maestros, nos supieron imprimir.
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Del más humilde de sus discípulos...
ALF, que los recordará siempre.

1 comentario:

  1. Aunque el título de Maestro(a) casi siempre se refiere a los Profesores del ramo educativo, me permito ampliar este mi escrito que pretende abarcar a más, muchos más personas...
    Maestros en el Deporte, en la Cultura física e intelectual, en las Bellas Artes y en todo aquello que engrandece en algo más, a la humanidad entera.
    Por lo anterior, vaya mi escrito para todos ellos. Afectuosamente, ALF.

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