BELLOS RECUERDOS DE LAS CUARESMAS DE ANTES.
Una vez empezada la Cuaresma,
cuando menos cada viernes en todas las casas católicas se guardaba el ‘ayuno’,
y eran muy pocos quienes por avanzada edad o alguna enfermedad se abstenían de
hacerlo, y bastante riguroso. Si acaso
una pieza de pan y un vasito chico de leche o atole, era todo el desayuno; y
algo así también para la merienda o cena por la noche. Desde luego al mediodía se comía sin
restricciones, pero cada semana ese día se guardaba la abstinencia de todas las
carnes rojas, res, cerdo, cordero; así como cualquier tipo de ave.
Al llegar ya la Semana
Santa, casi todos escogíamos asistir a uno o dos sermones cada día; piezas
oratorias preparadas con antelación por sabios Prelados de notables dotes oratorias, quienes sin ninguna guía
escrita, hacían exhortaciones y citas bíblicas basadas en estudios y en las vidas
de Santos, hermosamente expresadas y
documentadas, como ejemplos vivos de
Fe y de Humildad.
Se empezaba con el sermón de ‘La Institución’, ‘El Lavatorio’ y ‘La Oración del huerto’ el Jueves Santo; ‘Las 3
Caídas’, ‘Las 7 Palabras’ o el del ‘Pésame
a María’, el Viernes Sto.; y la
solemne ‘Misa de Gloria’, que en aquellos
tiempos se celebrada en la mañana del Sábado, mientras que entre alegres
repiques se ‘Abría la Gloria’; así como la siguiente y festiva Misa
dominical, con el grandioso sermón de la ‘Resurrección
del Señor’. Eran antes solamente días
luctuosos donde imperaba el silencio, enmudecían los campanarios para únicamente
dar paso al sordo ruido de las matracas
de madera para llamar a los fieles a los Santos
Oficios de la Semana Mayor.
Era un tiempo de notable recogimiento
en que ni siquiera se acostumbraba regañar a los niños durante ese lapso; en
que las señoras vestían todas de luto; los hombres no se rasuraban, mostraban
su duelo mediante un moño negro en la manga y ropa del mismo color; alguna
gente del pueblo ni se bañaba siquiera; cubría con sebo y cenizas su cabeza y
conservaba con devoción durante los cuarenta o más días, la marca de la cruz en
la frente, impuesta desde aquel pasado Miércoles
de Ceniza, en que a todos,
fuésemos niños, jóvenes, adultos o ancianos; mujeres u hombres, se nos
recordaba la sentencia divina, que reza cabal y duramente: “Recuerda hombre, que de polvo
fuiste hecho, polvo eres, y al final de la vida, en polvo nuevamente te has de
convertir...”
Según la antigua liturgia hoy
casi olvidada por las nuevas generaciones, el Jueves Santo, era
cuando se acostumbraba hacer con la familia completa la ‘Visita de las siete casas o los
7 altares’, en distintos Templos
no muy retirados, y por lo general hermosamente adornados con un bello ‘Monumento’ o Altar especial para Semana Santa. Entre cada uno de los diversos Templos escogidos, se iban rezaban las
estaciones del ‘Vía Crucis’ muchas
veces en voz alta y con marcado fervor, aunque algunas familias aprovechaban
también la misma ruta para ir degustando las clásicas ’empanadas’ que se ponían en vendimias callejeras afuera de los
atrios y en las banquetas o camellones cercanos. Había una regia variedad de sabores para
todos los gustos, inclusive los más refinados, pero fue hasta en tiempos más
recientes, cuando empezaron otras de estilo más fino y propias para los días de
‘abstinencia’, en suave pasta de
hojaldre; rellenas de bacalao, atún, camarón y calamar guisados en exquisito
recaudo, adornado con aceitunas y alcaparras, así como el sazón incomparable del
fino aceite de oliva de innegable herencia hispana.
ESPERO LES HAYAN GUSTADO MIS RECUERDOS PERSONALES, Y LOS INVITO A VER Y LEER LA SEGUNDA PARTE QUE HOY MISMO SUBO EN ESTE MISMO BLOG. SALUDOS.
Alfonso Gómez Araujo, 'Alf', el tapatío.
Estos dos artículos sobre la Cuaresma de tiempo atrás, escritos por mi, los presentaré por la Radio en el programa de los viernes, "Dimensión Cultural", por "La Consentida" a las 18 Hrs.
ResponderEliminarEn la Sección de "Mi Guadalajara de antes..."
Gracias a los radioescuchas que me siguen cada semana.